Estamos ante una familia formada por una madre viuda (Isabel), un hijo (Javier) que acusa una carencia afectiva, y una abuela (Adela) que empieza a dar síntomas de confusión y olvido propios de la vejez, antes de emprender el último viaje. Este aspecto provoca momentos de triste comicidad.
La abuela, sumida en una torpeza intelectual, se aferra a sus recuerdos de juventud e irán apareciendo personajes de su pasado, mostrando una especial generosidad y una emocionante ternura, que servirá de anclaje para que su nieto vaya despejando los fantasmas y demonios que generan en él actos de auténtica violencia. En medio de todos está Isabel, viuda desde muy joven, que lucha desde el desconcierto, desde el cansancio pero también desde el amor, para cuidar de su madre y rescatar a su hijo de la desestructuración que le invade. Al final, será la ternura el lazo que hará que encuentren el camino de la estabilidad y les permita disfrutar de momentos de felicidad.