Show Room de Karlos Ibarra en Art Room, Madrid

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ART ROOM

C/ Santa María, 15 28014, Madrid

Es un proyecto de 21 collages digitales que muestra la divinidad del ser humano reflejada través de elementos de arte y mobiliario altamente urbano. Nace de la unión de dos impulsos; por un lado el deseo de intervenir en una pared al modo de una artista callejero y por otro de la necesidad de evidenciar la esencia divina del Hombre representada en cuerpos de gente de la calle, gente del barrio que desde sus débiles cuerpos transmitan con grandeza la serenidad que se le supone a los dioses .

 

Es el primer proyecto totalmente digital creado con fotografías propias de personas, paredes, objetos y arte urbano recopilado por las calles del barrio de Lavapíes durante los primeros años que empieza a emerger como tal el llamado “street art” en Madrid.

 

dioses que son humanos

Para Carlos Ibarra

          

Escribió Gonzalo Torrente Ballester en 1979 un precioso cuento[1] en el que los dioses, y especialmente Zeus, se ponen nerviosísimos al darse cuenta de que podrían desaparecer cuando todos los humanos dejasen de creer en su existencia. Para evitarlo tendrán que ingeniárselas, como dioses, de maneras diversas, entre otras bajando a la tierra encarnados en humanos. No vamos, ahora y aquí, a desvelar las medidas restantes, ni -por supuesto- resumir el cuento. Aludimos a él como introducción a esta singular exposición de fotocollages de Carlos Ibarra, en los que su hacedor representa algunos de los dioses del Olimpo como hombres y mujeres contemporáneos, transeúntes detenidos en el tiempo y el espacio en una calle o plaza cualesquiera de nuestras ciudades. Sabemos que predominan las calles del barrio madrileño de Lavapíes, una de las barriadas centrales de esa ciudad de aluvión, en la que podemos encontrarnos las personas más variopintas. Ahora bien, a poco que miremos los fotocollages comprobaremos que el artista intencionadamente ha evitado representar lugares concretos; al contrario, por ello predominan los fondos neutros y no siempre se diferencian el plano horizontal sobre el que se levantan los dioses, diosas y otros seres mitológicos del plano vertical sobre el que destacan fuertemente por los colores sólidos y potentes de sus vestimentas. La selección de fotocollages que se exponen es parte de una serie extensa que Carlos Ibarra lleva haciendo varios años, por lo que no vamos a describir todos los mostrados en esta ocasión. Un grafiti sobre un muro o una tapia evocan en el artista la presencia de un dios. Así, por ejemplo, sobre la esfera terrestre pintada en la parte baja de un muro desconchado, tocando la acera, sitúa Carlos Ibarra la fotografía de una mujer con bata que agarra una fregona para lavar el mundo, y la convierte en Hestia, la diosa griega del fuego del hogar, al que se alude con los cacharros colocados sobre la acera. Figura que nos ha recordado una Inmaculada pisando la mortal áspid. Un globo terráqueo similar, pero transformado en bomba por el dibujo de una mecha es sostenido por un atlante, construido a partir de una fotografía de un varón joven, con cabeza de estatua, más romana que griega. Otro grafiti, un águila -en evidente referencia a Júpiter-, agarra la figura de un niño al que arranca del suelo, y así representa a Ganímedes. Afrodita, la más popular de las diosas, esconde su desnudez espléndida bajo holgados pantalón y sudadera, mientras cabalga de pie sobre una tortuga. Una frase («esto no es una mujer») y una cabeza con largos cabellos al viento, pintadas sobre un muro, enfatizan retóricamente la presencia de la diosa. Atenea, diosa de la sabiduría y de la victoria en la guerra, es la figura en la que más se evidencia la presencia iconográfica del arte griego, además de por su cabeza y casco por la presencia de la lechuza, el grafiti que nuestro artista encontró dibujado sobre un muro. Una de las tres moiras (diosas del destino) es una tierna viejecita que, sentada, teje una bufanda interminable. Una fotografía de cuatro chicas sentadas en un banco, manipulada con acierto, sustituyendo sus cabezas reales -y con ello sus identidades- por cabezas fotográficas, representa un grupo de ninfas. Su patente presencia física se torna irreal ya que parecen flotar en el espacio. 

Estamos, obvio es escribirlo, ante una brillante exhibición de la creatividad de Carlos Ibarra, que con estos fotocollages nos acerca al mundo clásico con un lenguaje plenamente actual.

 

Ángel Llorente Hernández

                                                                           Historiador de arte

Madrid, 6 de septiembre de 2018

 

 

 

 



[1] «El hostal de los dioses amables», incluido por su autor en el libro Las sombras recobradas.

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